viernes, 16 de febrero de 2007

De La Soul. 16 febrero 2007. Teatro Cervantes.

DE LA SOUL

'Lecciones para transformar un teatro en una pista de baile'



Levantar a un teatro y hacer que aplauda enfervorizado es algo complicado. Pero lograrlo en los primeros minutos de actuación y no sentar a los asistentes hasta una hora después, sin dejar de hacerlos bailar no sólo se plantea como un reto para el artista, sino que para el resto se escapa de la lógica natural del espectáculo. Sobre todo si estamos hablando de tres raperos con una austera puesta en escena y un escenario tan peculiar para este evento como el Teatro Cervantes. Porque palcos puestos en pie con las manos en alto y una aglomeración de espectadores a pie de escenario dejando las butacas vacías son cosas que no se ven todos los días.
De La Soul es el nombre del trío que transformó el teatro en una improvisada pista de baile este jueves. Neoyorkinos y con dieciocho años de carrera a sus espaldas, Kelvin, David y Vincent demostraron ya desde el arranque con ‘Bobby’ que venían a darlo todo. No tardaron en ganarse al público. En los primeros minutos bajaron del escenario, pidieron que les hiciesen los coros en cada tema e incluso se les cedió el micrófono a los palcos más cercanos entre choques de manos.
A esto debemos sumarle un repertorio colorido, fresco, con scratchings acertados en la mesa de mezclas del DJ y freestyles por turnos donde se pasaba del raggae al rock sin vergüenza y con descaro, como sucedió en temas como ‘All good?’, ‘Come on down’ y ‘Shopping bags’. Como era de esperar, tampoco faltó su psicodélico hit ‘Me, myself and I’ donde De La Soul improvisó un abecedario. No paraban de preguntarnos a gritos si realmente estábamos de fiesta. Para no estarlo...
Nos hicieron gritar, botar, bailar y disfrutar con una interpretación divertidísima en la que los maestros de ceremonias se atrevieron hasta con el baile del robot entre samples de funk, soul y R&B. El buen ambiente que se respiraba en el escenario era contagioso y parecía no tener fin, por eso nos pillaron de sorpresa unos bises acelerados protagonizados por el tema ‘Ring, ring, ring’.
Tras la incertidumbre de un regreso que no se produjo, entre continuos pataleos, gritos y silbidos, nos decidimos a abandonar el teatro. La fiesta estaba dentro y ellos cerraban el bareto casi sin previo aviso. Nos habían cortado el rollo. Por eso no extraña que a la salida las caras se debatiesen entre la satisfacción del espectáculo y la frustración de la brevedad. Aunque los pies no dudaron en salir por libre y seguir bailando al ritmo impuesto por los neoyorkinos un poco más.

viernes, 9 de febrero de 2007

Jesse Davis Quartet. Paraninfo de la Universidad de Málaga. 9.2.2007



JESSE DAVIS QUARTET
"Un león bien arropado"

La segunda actuación del XIV Ciclo Joven de Jazz de la Universidad de Málaga corrió a cargo del saxofonista Jesse Davis , uno de los ‘jóvenes leones’ del jazz de Nueva Orleáns, y de tres músicos del panorama nacional que, en ningún momento, se quedaron a la sombra: Joan Monne al piano, Ignasi González al contrabajo y Esteve Pi a la batería.

Juntos forman la Jesse Davis Quartet, que adornaron anoche el Paraninfo de la Universidad con una extraordinaria muestra de auténtico jazz sureño de la cosecha de Nueva Orleáns, saboreado a lo largo de dos horas por algo más de doscientas personas. El repertorio se abrió con un blues que provocó los primeros aplausos de admiración ante la destreza mostrada por la primera intervención de Jesse Davis al saxo alto, y continuó con una rítmica bossa que dio paso a una balada , pieza que contuvo un exquisito solo al saxofón en el tramo final.

El cuarteto se inserta dentro de lo que se suele denominar estilo bebop, corriente musical norteamericana de mediados de los cincuenta donde pequeños grupos de jazz, en oposición a las Big Bands, tienden a equiparar a nivel musical a trompetistas y pianistas, que tocan en los solos. La Jesse Davis Quartet, enfatizó en la interpretación de varios ritmos a la vez, pasando de lo frenético a lo relajado, de lo suave a lo rítmico. A lo largo de la noche y como buen beeboper, Jesse fue delegando en sus compañeros las interpretaciones propias de cada uno de los temas, después de que él diese la entrada. El saxofonista norteamericano se retiraba en cada tema durante unos minutos, ocultándose tras los altavoces, saliendo y entrando del escenario, dejando a su merced al trío español que se iba turnando educadamente en las improvisaciones. Otras veces, el 'león' se limitaba simplemente a observar desde el lateral derecho del podio, restándose protagonismo con suma elegancia, tanto que incluso se atrevió a añadir en un inglés grave y pausado: “Quiero que veáis lo que estos chicos son capaces de hacer sin mí” en una de las ocasiones. Y vaya si lo demostraron.

Esteve Pi arrancó uno de las ovaciones más grandes de la noche al enfrentarse a un increíble solo de batería en un swing, después de haber abierto el tema anterior con una improvisación que se mezcló con los silbidos de admiración.
Una versión de un tema del mítico Miles Davis terminó de trasladarnos definitivamente a los pequeños locales de jazz que existían en los Estados Unidos de mediados de siglo, que continuó en un tema de Pollonious Monk en el tramo final y alcanzó su cúspide en un fast interpretado durante los bises.

“Espero que hayan disfrutado tanto escuchándonos como nosotros tocando para ustedes”, dijo al despedirse un Jesse Davis agradecido y satisfecho, arropado por el resto de miembros del cuarteto. La respuesta fue un Paraninfo puesto en pie, en el que sonaron los aplausos durante varios minutos. Porque nunca antes un joven león se había visto tan bien arropado por una piel de toro como anoche. Tanto fuera como dentro del escenario.

martes, 6 de febrero de 2007

Fon Román. Teatro de Diputación, Málaga. 6.2.2007


FON ROMÁN




"El legado eléctrico de
Los Piratas"

Málaga. Teatro de Diputación. 6.2.2007.

Sin duda ha sorprendido el ex guitarrista de la emblemática banda Los Piratas en su primera actuación en Málaga, donde algo más de doscientas cincuenta personas acudieron al Centro Cultural Provincial previa entrada (limitada) en mano. El pequeño teatro fue el refugio perfecto para la presentación del primer trabajo en solitario de Fon Román, un repertorio íntimo, personal y, sobre todo, muy eléctrico.


‘Silencio cómodo en un jardín descuidado’ sonó puntual, aunque sí que pareció hacer honor al descuido por los problemas de sonido que aparecieron durante algunos arreglos. Gajes del oficio de los debutantes que no enturbiaron un directo muy conseguido, en el que las guitarras se dejaban llevar a través de los paisajes oníricos que Fon dirigía a través de sus pedales. Ya sí que no tenemos dudas de que la parte electrónica de Los Piratas nace aquí y que el relevo está más que tomado por una voz que no entendemos cómo ha pasado desapercibida durante tanto tiempo para el pop español. Su disco debut salió al mercado en septiembre del pasado año, prácticamente a la vez que el segundo trabajo de su ex compañero Iván Ferreiro, y poco después llegaron las comparaciones en las que Iván sale perdiendo por goleada. Se le acusa de poco provocador e innovador en sus propuestas a la hora de moldear el sonido y, sobre todo, de no saber contarnos las historias con la misma ingenuidad que el ex guitarra de la banda. Y es que el segundo disco del ex cantante ha decepcionado con creces, mientras que el del ex guitarra ha sido escogido como uno de los mejores y más frescos trabajos del panorama del pop-rock español.

Durante la actuación, Fon demostró que, más tímido pero mucho más arriesgado, se deja llevar por un torrente eléctrico y se permite el lujo de balancearse en un nuevo sonido. Un director de orquesta transgresor que se atreve con varios micros, pedales, ordenadores y teclados, pero que sabe otorgarle el protagonismo justo y pertinente a las guitarras y reconoce cuándo hay que dejar paso a una percusión desaforada. Su directo me recordó a las actuaciones de Dominique A. Coinciden en que a ninguno de los dos parece importarle el hecho de enfrentarse a una multifuncional puesta en escena, no se muestran temerosos cuando deben hacer uso de los arreglos, ni dudan en probar diferentes variaciones musicales, ni son pudorosos cuando ellos mismos se hacen los coros o se sirven de acompañamiento. Y ambos consiguen salir más que airosos del reto.

Consigue retorcerse en la melodía de ‘Colegio vacío’ llegando a evocar a Maga en algunos momentos, nos columpia entre sueños al más puro estilo Radiohead con ‘Lento’, discurre suave con ‘El idiota’ y llega a desgarrarse en ‘Valiente’, mostrando únicamente un duelo de guitarras y arreglos. Se encuentra tan a gusto entre sus artilugios que nos pilla por sorpresa que salga a escena únicamente armado con un casiotono de nuestra más remota infancia. Su objetivo no es otro que sacarnos a bailar a su jardín al ritmo de ‘Decidir’, un atípico vals cantado a dúo con Zahara. Y lo consigue.

Sólo se le podría reprochar que faltase repertorio, porque nos quedamos con ganas de más. Sonaron prácticamente todas las canciones de su álbum debut y una canción de Trash of dreams, banda que en algunos momentos puede llegar a recordar a Kraftwerk y que formó junto a Suso Sáiz al iniciar su andadura musical como ex pirata. Pero no hubo más remedio que echar mano de algunos temas de la banda gallega para el cierre que, para qué negarlo, los nostálgicos necesitábamos oír. Se coló ‘Respuestas’ entre repiqueteos de palmas y casi al final apareció ‘Filofobia’ que nos introdujo en los bises, protagonizados en exclusiva por el tema ‘Hoy por ayer’, que puso el cierre a la actuación después de obligar a la banda a regresar al escenario a base de pataleos.

Una hora. Fon Román no necesitó más para demostrarnos que no hace falta ser un pirata para abordar un teatro con éxito. Aunque aún quede rastro de haber llevado un parche en el ojo, su sonido es limpio, directo, sincero, prácticamente nuevo, y no sería justo remitirnos al pasado en busca de comparaciones melancólicas. Puede que su repertorio haya tomado las riendas, más maduras, de la parte electrónica de lo que fueron Los Piratas. Dice Fon que, a veces, es mejor no intentar encontrar respuestas y que el silencio es bueno, por eso probablemente apareció sobre el escenario con una camiseta que mostraba unos puntos suspensivos. Sea como sea, el caso es que para los que estábamos allí plantearnos la cuestión era, irónicamente, inevitable.

viernes, 2 de febrero de 2007

Trazos


2 de febrero.
El día de la marmota en EEUU.
Como es mi día, lo celebro viendo por quizá quinta vez Pulp Fiction, con la excusa de que es un trabajo de Universidad y he vuelto a dibujar.
Tienen orejas de elfo, pero después de siete años o más sin dibujar me puedo dar por más que satisfecha.
Un minuto de silencio por el pilot que murió entintando.